Un nuevo estudio del Instituto Europeo revela que el aprendizaje derivado de conocer otras culturas tiene un efecto muy positivo en el desarrollo cognitivo.
Además de erigirse como una de las mejores herramientas para relajarse y desconectar de las obligaciones, así como para ampliar nuestros conocimientos sobre el mundo en el que vivimos, viajar y descubrir otras culturas ejerce un efecto muy positivo en nuestro desarrollo cognitivo como consecuencia, precisamente, de todos esos nuevos estímulos que procesa y asimila nuestro cerebro.
Esa es la conclusión que arroja al menos el último estudio publicado al respecto por el Instituto Europeo para la Administración de Asuntos Culturales, en el que han participado reputados psicólogos y antropólogos de todo el continente y el cual está basado en un vasto conjunto de datos empíricos recogidos e interpretados desde hace casi una década.
«Cuando los individuos están siempre inmersos en el mismo entorno cultural y social, sus cerebros se acomodan al no contar, en ese sentido, con los desafíos intelectuales y conductuales que se derivan de las realidades ajenas», explica el profesor universitario William W. Maddux, en el apartado de conclusiones de la citada investigación, para añadir a continuación:
«Uno de los factores que, en gran medida, determina la evolución cognitiva y el desarrollo cerebral reside en la interacción entre diferentes, en ese intercambio cultural y social del que se extraen lecciones valiosas que amplían nuestros puntos de vista y los hacen más complejos. Hemos descubierto que la exposición a diferentes realidades contribuye notablemente a la creatividad y al ingenio, sobre todo entre esos estudiantes que aseguran haberse adaptado con cierta normalidad a los países en los que se han establecido», añade en su exposición.